viernes, mayo 12, 2006

Hombres casados(3)

Tercera parte
Una de las dificultades que suelen enfrentar los hombres casados que quieren convencer a su esposa y ella no está de acuerdo está ligada a la falta de convencimiento interno por parte de ellos mismos.
Si nos atenemos al testimonio verbal nos dirán que ellos quieren y ella no esta de acuerdo ni le gusta que le hablen del tema.
Si nos quedamos en la superficialidad tendremos entonces, que darles la razón, es así efectivamente, ella rechaza la sola idea de poder plantearse tal cosa.
A poco que se lo mire con mayor detenimiento vemos una serie de cosas que son significativas:
Le tienen miedo a la esposa. Ella les pega cuatro gritos y ellos agachan callados la cabeza.
Le conceden que ella los cele y controle.
No están en condiciones ni siquiera de presentarles un amigo.
Observemos detenidamente la situación:
Si ella te pega cuatro gritos y te intimida, y si el tipo de relación que entablaste implica que eres tu permanentemente quien agacha la cabeza, ni te lo vayas a plantear el swinger, el intercambio y los tríos. Va a ser muy humillante ver como en brazos de otro es dócil, tierna y sumisa.
No te recomiendo, en esta situación, el swinger, ni nada que se le parezca. Lo mejor, si tu caso es así, es vivir la fantasía en la fantasía y más nada.
Si tu le has concedido que te cele y te controle es porque –no quiero meter cizaña pero hay una alta probabilidad de que las cosas sean así- no es nada improbable que te sea infiel y si es ese el caso, el swinger podría resolverte el problema, pero a condición de que la relación se sincere. No es nada improbable que ella con su amante este swingueando, pero no se atreve a planteártelo a ti. Con el amante no tiene problema de hacer intercambios y tríos, en cambio contigo se inhibe, no se atreve, le resulta muy fuerte.
Esto se resuelve pasando a la delantera y siendo también infiel, pero no como venganza, sino como manera de llevar las cosas al punto de sincerarlas de la mejor forma, haciendo luego todo eso mismo, pero con consentimiento de ambos y disfrute compartido.
Si tu te encuentras en la situación, que es casi mayoritaria en los hombres casados que quieren swinguear, de que no estas en condiciones psicológicas de presentarle un amigo y conversar los tres juntos hasta tarde, incluso, de decir, voy a comprar tal cosa, ahora vuelvo, y dejarlos que conversen ella y él, un largo tiempo, es porque realmente no tienes ningún interés real en conducir las cosas al swinger.
Es muy fácil decir: "mi esposa no participa, es ella la que no quiere" a tener la honestidad suficiente de reconocer que en realidad, no es que tu no quieras, sino que de pronto no estas suficientemente preparado interiormente como para ir a eso. Mucho más fácil suele ser querer swinguear con las mujeres de los otros, salir a mendigar tríos y atiborrar los correos electrónicos de las parejas. Los demás se dan cuenta de eso y te lo hacen ver, te humillan y se te ríen.
Si este aspecto lo analizamos con mayor detenimiento vemos que las dificultades del casado que se encuentra solo para poder swinguear hunden sus raíces en dificultades más profundas:
Al llegar a los 30 o 35 años hay una crisis en el hombre. El individuo siente que llegó a una cosa importante en su vida, pero que está en las puertas de un largo estancamiento. Si sigue así se queda, como se quedaron otros de generaciones anteriores. Frente a esa situación comienza a buscar alternativas que permitan y posibiliten el crecimiento y la maduración personal, pero no encuentra tan fácilmente aquellas cuestiones que sean como para él.
El swinger plantea formas de maduración y de enriquecimiento emocional en las relaciones que hacen a la inteligencia emocional y el conocimiento afectivo de los demás. Le estimula y le tienta la idea, pero no se atreve a replantearse la relación de pareja porque la tiene concebida de una forma y cambiar es un proceso de maduración que hay que saber conducir.
La relación del matrimonio, tal como lo concebimos en términos monógamos paga tributo a todos los problemas inherentes a la desjerarquización de las relaciones humanas en la convivencia cotidiana. Al casado que quiere swinguear una intuición interior le dice que allí ha de obtener estímulos nuevos para darle la sal y la pimienta a la vida que le esta faltando.
Se da cuenta de una cosa que es importante comprender, pero no sabe como hacer.
El individuo siente que tiene una vida por delante y que en gran parte esta perdiendo y desperdiciando las cosas buenas de la existencia por un conjunto de prejuicios y conceptos ligados a la relación de pareja y eso en el preciso instante en que puede sin mayores dificultades darse los gustos que siempre quiso.
Veamos esta situación:
El proceso que conduce a replantearse una relación de pareja raras veces es armonioso. Supone superar un conjunto de presiones, tabúes y limitaciones de cada uno. Esas parejas que armoniosamente un día dijeron "vamos al swinger" y se les dio todo bien, no digo que no existan, pero son las excepciones que confirman la regla. En la mayoría de los casos, las parejas están formadas por hombres y mujeres divorciadas que tuvieron que pagar un precio para poder llegar a eso. El tema que debe preocupar no es "si otros pudieron porqué no puedo yo también, pero ¿y cómo hago?", porque es perder de vista, el precio que tuvieron que pagar para llegar a eso. De lo que se trata es de llegar a lo mismo, sin pagar un duro peaje en divorcio y separación, pero siendo consciente que al llegar al río habrá, forzosamente, que cruzar el puente y existirá, por ende, un antes y un después.
Vivimos en situaciones matrimoniales que a la larga desjerarquizan las relaciones humanas y vuelven asfixiante la convivencia. No existe un camino para salir de aquí y entrar en el paraíso de la pareja ideal por la vía de los intercambios. Si se llevan mal, no resuelven nada, agravan las cosas. El tema es como de esta situación se puede generar otra que habilite la instancia de los encuentros sexuales interpersonales más amplios. No existe fórmula, pero sí habría un conjunto de cosas que son universales:
Darle una gran importancia a la sexualidad.
Instar a que te cuente ella sus fantasías.
Demostrarle que el erotismo es una cosa muy importante para ti.
Empezar a comportarte hoy, del mismo modo que lo harías con ella, si vinieras de un intercambio de pareja. Es en este punto en dónde las relaciones infieles ayudan muchísimo, cuando el horizonte y la perspectiva es fortalecer la pareja y no debilitarla, porque una buena técnica es actuar ahora, tal como lo harías si ella estuviese convencida.
Para que entiendas esto te doy el siguiente ejemplo: Imagina que tu conoces una mujer y la tratas con cara de recién te conocí, no es nada improbable que allí la conozcas y también termines de conocerla. Ahora, imagina que tu conoces a una chica y la tratas con cara de quiero tomar un refresco contigo, no es nada improbable que hasta allí lleguen las cosas entre tu y ella. Imagina que tu conoces a una mujer y la tratas con cara de quiero verte mañana, hasta mañana será y allí quedará todo. Piensa en esta otra situación: conoces a una chica y la tratas con la misma cara con que irías a la cama con ella; la miras exactamente igual que si te fueras a acostar. No es nada improbable que tengas mejor suerte, por la sencilla razón de que en el solo hecho de darte entrada, ella ya te está posibilitando todo lo demás.
Con el proceso que conduce a convencer a la propia esposa y conducirla al swinger sucede exactamente lo mismo. Cuánto más la trates como mujer, como hembra, más fácil ha de ser, mientras la sigas tratando como ama de casa, como esposa o como madre, más difícil te ha de ser.
Tienes que generar aquella situación que te permita tratarla como una hembra y que le permita sentirse mujer.
Se puede conversar de diversas formas: decirle "te veo muy metida en los temas de la casa, muy siempre en ama de casa, me gustaría salir a pasear y divertirme" y aprovechar la situación para a partir de allí comenzar a tratarla como una hembra y hacer que se sienta mujer. Te lo va a agradecer, porque en gran parte los problemas de ella para contigo, las irracionalidades y disputas gratuitas se deben a que está harta de sentirse madre, ama de casa y esposa y no tener ningún espacio de relación que le permita sentirse mujer.
El tema da para mucho más, pero por ahora importa retener este concepto que es básico; hay que generar las cosas para que conduzcan al swinger, porque no se llega a eso por una suerte de mecanicismo o de automatismo, se llega porque las cosas de la pareja se van deslizando hacia esa eventualidad.

No hay comentarios.: