miércoles, diciembre 30, 2009

13 razones a considerar






¿Alguna vez te has preguntado si la vida swinger es para ti? He aquí un pequeño cuestionario que te puede ayudar en desentrañar el asunto:

1. ¿Has comentado tus fantasías con tu pareja?
2. ¿Has logrado una relación fuerte y honesta?
3. ¿Confías en la estabilidad de tu relación?
4. ¿Es tu vida sexual satisfactoria con tu pareja?
5. ¿Eres tolerante a pensar de ver a tu pareja, tocando, besando o teniendo una relación con otra persona?
6. ¿Puedes hablar de sexo en forma confidencial?
7. ¿Tu pareja y tu han disfrutado de un video porno, juntos?
8. ¿Tienes confianza en tí mismo y en tu pareja?
9. ¿Puedes decir "no", sin sentirte incómodo?
10. ¿Puedes aceptar una negativa sin sentirse incómodo?
11. ¿La idea de compartir es de ambos?
12. ¿Has considerado los riesgos de toda índole que existen en esta actividad?
13. ¿Aceptarías no participar si tu pareja no está dispuesta?

Si tu respuesta es SI a todas estas preguntas, puedes tener la certeza de estar en el camino correcto para disfrutar de este estilo de vida.
¿Qué opinas?





martes, diciembre 29, 2009

Qué significa la palabra "swinger"





¿Qué significa la palabra " swinger"?


La palabra swinger se deriva del verbo inglés "to swing" que significa balance, libertad de movimiento, oscilación. Aquí la usamos en el sentido de "wife swapping", esto es, intercambio de pareja.

Estoy interesado, pero ¿ Cómo logro que mi esposa se interese en swingear? (Usamos a la esposa como ejemplo, pero bien puede ser el esposo)

Esta es probablemente la pregunta más frecuente. En primer lugar, swingear no es atrayente para todos y podría ser que tu esposa sea una de esas personas que no sólo no le encuentran atractivo sino que inclusive lo vean como algo negativo, fundamentalmente por prejuicios de orden religioso muy difíciles de cambiar. Pero si realmente piensas que ella podría terminar por disfrutar con ello, te sugerimos que la persuadas lentamente, estableciendo desde el inicio que la amas por encima de todas las cosas y que su decisión debe ser enteramente libre, porque esa es la idea, que tú y ella ejerzan su libertad. No la presiones, sino haz que gradualmente ella se sienta cómoda con la idea de ampliar la relación sexual de su matrimonio más allá de los convencionalismos tradicionales. Fantaseen con ello primero, para que de esa manera, todo sea gentil, amable y con profundo amor, que finalmente, es lo que realmente cuenta en un verdadero matrimonio.

Bien, parece que le interesó. ¿Que hago ahora?

Antes que nada, interésate en conocer sus fantasías. Demasiadas parejas tienen problemas graves porque resulta que cada quién busca lo mejor para sí mismo sin pensar en su otra mitad y acaban de convertir su matrimonio en un diálogo entre sordos. Explora su sensualidad así como la tuya y una vez que tengas claro qué podría ser lo más satisfactorio para ella, contacta con servicios de Internet, donde podrás ligar con personas afines y con las mismas inquietudes de ustedes. Te sorprenderás de ver cuántas personas sienten y piensan lo mismo que tú. Internet es un magnífico medio para iniciar esos contactos a través de intercambio privado de mensajes e ideas, hasta que sientas la seguridad de que un encuentro personal llegará a un feliz término.


He visto anuncios de clubes swinger o de reuniones que algunas personas convocan en periódicos o revistas. ¿Cómo es eso?

Bueno, la diferencia entre un contacto por Internet y un encuentro cara a cara con personas desconocidas es precisamente esa, que en esos clubes y reuniones nunca sabrás con quién te vas a topar y por ende conviene ir con una pareja amiga a esos lugares. Desgraciadamente, el movimiento swinger en el Uruguay es relativamente joven, lo cual trae como consecuencia que no sea socialmente tolerado y mucho menos aceptado, además de que como sucede en otras actividades de nuestra vida nacional, suele estar sumamente desorganizado.
Por el contrario, al usar el correo electrónico -Internet-, las personas que contactes te hablarán previamente de sus preferencias, estilos de vida, formas de pensar, fantasías y demás. La sencilla lectura de los mensajes (estilo de redacción, vocabulario, maneras), te dará un muy buen indicio de cómo es aquella persona que te contacta, así como su nivel sociocultural y sus intenciones.

¿Ponemos un anuncio o contestamos uno. ¿Qué debemos decir?

Siempre la verdad. Descríbanse tal y como son y pon muy en claro desde el inicio qué es exactamente lo que están buscando. Sean específicos aunque para ello no hace falta ser descortés o grosero. Si pones un anuncio, una foto descriptiva hará aumentar las respuestas de una forma exponencial y no tienen que ser fotos de desnudo o de "acción" si no lo deseas así, aunque claro, mientras más "sexys" más atractivas resultaran. Aunque a muchos les parezca lo contrario, erotismo no es lo mismo que pornografía. Trajes de baño sugestivos o lencería fina resultan atractivos para la mayor parte de las personas que podrían contestar tu anuncio. Cuando contestes algún anuncio, no conviene que envíes de inicio fotos muy íntimas, ni tu número de teléfono hasta convencerte de que la o las personas del otro lado son reales y son bien intencionadas y honestas. Hay personas que lo único que quieren son colecciones de fotos sexys, o intercambio de correspondencia "caliente" sin comprometerse a la acción en vivo. Es cuestión de preferencias personales.

Bien. Contestamos nuestro primer anuncio. ¿Cómo hacemos la primera cita?

Te recomendamos acuerden la primera entrevista en un lugar neutral (un restaurante o café). Esto te da la libertad de decir "NO, gracias" y darte la vuelta si las cosas no funcionan como es debido. Previamente, acuerda con tu pareja un código de "beisbolista": que tu esposa pida, por ejemplo, otra copa significaría "si", que te diga que tiene que hablarle a la niñera o a la hermana significaría que "no", que se acomode un arete quiere decir "quizás", y así por el estilo. Sean puntuales -las buenas maneras son muy importantes para disipar tensiones y hacer que todo el mundo se sienta más cómodo- y sean muy específicos en las señas personales de cada quién para encontrarse; modelo o tipo de automóvil, vestido, y demás.

Ya nos entrevistamos y todo parece estar bien; ¿qué sigue?

Si todos están de acuerdo -recuerda, NO es NO todo el tiempo- hablen libremente de las reglas del juego. No permitas que la natural timidez deje asuntos pendientes que más tarde puedas lamentar. Recomendamos ampliamente el uso de hoteles o departamentos contratados ex profeso para este tipo de actividades, en lugar de llevar extraños a tu casa. Ya después, el tiempo dirá, pero no necesariamente querrás compartir con tus nuevos conocidos más que un buen rato en la cama. Póngase de acuerdo en los detalles: un cuarto para todos o un cuarto para cada pareja, uso obligatorio de condones -altamente recomendable-, tiempo para las actividades y demás.

¿Y los contagios de enfermedades?

Contra lo que muchos podrían pensar, el medio swinger parece estar en el grupo de población con menos enfermedades venéreas, precisamente por ser llevado este estilo de vida por personas de alto nivel educativo promedio. De hecho, Internet ya es un filtro que bien manejado permite dar con las personas deseadas.

Qué otro tipo de riesgos puede haber por este tipo de contactos?

El primero y más usual -aparte obviamente de las enfermedades venéreas- es "el cotorreo", personas no honestas o mal intencionadas. Hay personas que, por ejemplo, se proponen como pareja swinger pero en el momento de la cita resulta que, "mágicamente", la esposa no pudo llegar o no tuvo con quien dejar a los niños. Y también existen los conspiradores, swingers solteros de ambos sexos que se hacen pasar como pareja o matrimonio para engatusar a los novatos. Por ello, insistimos, es conveniente reunirse en un lugar público sin compromiso formal para nadie y conversar, conversar mucho; de ese modo, cualquier sospecha puede ser desechada... o confirmada. Y por último, están los bromistas, aunque éstos son relativamente raros en Internet por el hecho de que siempre sabrás de dónde te llegó un mensaje, PIENSA MUCHO ANTES DE DAR TU TELEFONO O DIRECCION DE TU CASA.
Y en el modo del Chat, muy adictivo para ciertas personas, Internet se vuelve realmente una plaza pública. Aunque te parezca que estás "hablando" con una persona en particular, recuerda que todos, quienes se encuentran en ese momento en el Chat-Room podrán ver lo que pones en pantalla.

Mi esposa y yo estamos un poquito pasados de peso. ¿Debemos reducir de medidas para poder swingear?

No estaría mal, por cuestiones de salud personal y autoestima, pero no permitas que esos kilitos de más te detengan en la exploración de su sensualidad. No es improbable que encuentres parejas o personas solteras más que dispuestas a pasar un buen rato con ustedes sin que ese asunto les preocupe en demasía, aunque sí debemos decirte que los matrimonios delgados y bien proporcionados son los más solicitados.

¿Cuál es el secreto para llevar una vida swinger exitosa?

¡Comunícate! Conversa con tu pareja, dialoga con otros swingers y sé tan atento y cortés con tu esposa como lo debes ser con la otra pareja. Según estudios recientes llevados a cabo en la Universidad de California(USC), el 85% de las parejas swingers entrevistadas refirieron haber mejorado de una forma notable su relación de pareja después de iniciarse en este estilo de vida, tanto en lo sexual como en lo afectivo; sus relaciones sexuales de pareja, aun después de años de casados, tienen una frecuencia de cuatro veces por semana, muy superior al promedio en los Estados Unidos y muchos describen su relación personal como más cálida e íntima, al haberse convertido en "cómplices", además de esposos. Y es natural, porque si una pareja puede discutir abiertamente su vida sexual, es lógico que puedan discutir -y solucionar- cualquier otro problema de la vida cotidiana en común. Pero es importante poner énfasis en lo siguiente: SI UNA PAREJA TIENE PROBLEMAS GRAVES, EL SWINGEAR NO ES LA SOLUCION. El estilo de vida swinger es para parejas que se aman, que se aceptan como son y que tienen consideración del uno por la otra.

lunes, diciembre 28, 2009

Por dónde se empieza







Este es el interrogante más común de todos.
La tendencia clásica suele ser que quien en un comienzo está interesado es él, y sin embargo no logra la forma de interesarla a ella, pero luego cuando ella comienza a interesarse, en el preciso momento en que hay que concretar las cosas con otra pareja, suele ser él quien tiene los mayores reparos al respecto. Lo que está indicando que por lo general en eso de "yo estoy interesado, pero mi mujer no está ni ahí", por más cierto que sea al principio y aunque parezca que es así, en realidad las cosas suelen ser del modo opuesto. La mayor resistencia la tiene el hombre.
Por otra parte, el argumento suele ser demasiado interesado como para ser tenido en cuenta, es como decir que nos quedamos conversando con una compañera de trabajo hasta las 4 de la mañana "por razones de mejor servicio a la empresa", aunque sea verdad, no es creíble, es un argumento excesivamente auto implicante, en dónde a quien lo emite, le caben las generales de la ley, como para ser tomado en cuenta.
En primer lugar, el intercambio de parejas no es atractivo para todo el mundo, ni todos tienen las mismas motivaciones para ir a eso. La mujer es quien más sensible es a lo que significa exponer su sexualidad ante los demás. En la sociedad en que vivimos no es tan fácil, por razones diferentes, sin antes haber resuelto muchas cosas internamente en la pareja. En el caso del hombre está la dificultad de ver a la propia esposa en brazos de otro hombre y en el caso de la mujer la ausencia de masturbación femenina, no la falta, pero sí la carencia de una adecuada estimulación clitoridiana como paso previo a la búsqueda del placer sexual por el placer sexual en sí. A ellas les cuesta acostarse con cualquier hombre y están acostumbradas a tener que enamorarse primero, para luego intimar. La mujer es selectiva y ejerce el derecho de reproducir la especie con quien ella quiere, el hombre en cambio es mucho menos selectivo y si una mujer no le gusta suficientemente cierra los ojos y se imagina otra.
Cuando se juntan la extrema selectividad femenina y la ausencia casi total de selectividad masculina es cuando vienen los problemas. Él, quiere sexo promiscuo –promiscuo quiere decir en latín pro mezclar, estar a favor de la mezcla- y ella no concibe, no le entra en su entendimiento el sexo sin amor. Hay mujeres que comprenden perfectamente el amor sin sexo –el amor platónico, la amistad, la simple camaradería masculino-femenino-, pero no conciben el sexo sin amor. Esa es la limitación más grande que tiene la mujer media para poder transitar el camino de los intercambios y los tríos. Hay que tener en cuenta que así como él fue educado en la búsqueda de una "mujer virgen", "pura", "que no se acostó con nadie", ella fue educada en la búsqueda de un "Príncipe azul", "amigos primero", "almas gemelas" y cosas así, de modo que por diversas causas a ambos les es difícil ir de buenas a primeras al sexo grupal.
Hay mujeres que con el tiempo lo reconocen y lo dicen: "a mí me arruinaron la vida", pero difícilmente el hombre tiene la misma honestidad de decirse a sí mismo quiero acostarme con las mujeres de los demás porque me da placer humillar al marido, pero me cuesta aceptar ver a la mía en brazos de otro.
De modo que en materia de dificultad andan ambos a la par por motivaciones diversas: a él le es fácil disociar el afecto y los sentimientos de la sexualidad por la sexualidad en sí, porque está acostumbrado a masturbarse, y a ella –salvo los casos de auto erotismo femenino- le es difícil disociar el sexo de la persona particular con quien lo realiza, porque ni siquiera ha descubierto la sensibilidad clitoridiana, autoerótica.
Las diversas formas de persuadir a la propia mujer suelen ser:
1º) Desarrollar la sensibilidad clitoridiana en ella. Esto es, enseñarle a masturbarse y en su deferencia jugar con el clítoris durante largo tiempo, hasta que se desarrolle un placer autónomo, el sexo por el sexo, sin intervención de otra persona.
2º) Comprar un consolador y acostumbrarla a la existencia de dos penes, uno de los cuales, tiene a su favor el hecho de no ser persona humana.
3º) Ensayar las posiciones de los Kamasutra: Al buscar posiciones originales nos estamos preparando para participar en el sexo grupal y desarrollar nuevos reflejos eréctiles y sensuales, además del hecho de que en otra posición sexual nos sentimos diferentes, nos auto percibimos como otra persona y eso ayuda muchísimo a los posteriores intercambios de pareja.
4º) Acariciarla al levantarse por detrás y decirle: "No soy otro, soy yo", jugar con ese hecho.
5º) En el momento en que está en el pico máximo de la excitación sexual decirle que el mayor deseo que tenemos es verla en brazos de otro, es una fantasía muy grande que nos condujo a tener celos en otra época, pero ahora viéndolos con la distancia que da el tiempo salta a la vista cuánto de excitación en realidad había en ese temor infundado.
6º) Decirle un día que una de las fantasías que uno tiene es la de invitar a un individuo a ver la relación sexual entre los dos y prohibirle terminantemente que la toque. El pobre hombre no tiene más remedio que masturbarse al ver lo linda que ella es y que no lo dejen participar. Esto es algo que da resultado y es muy bueno, fundamentalmente porque en las mujeres hay un placer sádico al frustrar las expectativas de otro. Ellas disfrutan muchísimo abusando de su derecho a elegir y ser selectivas, por eso esto es algo que podemos usarlo a nuestro favor.
7º) Hacer el amor con la puerta abierta y la luz prendida.
8º) Hacer aquellas cosas que nunca hemos hecho, como por ejemplo, el sexo anal.
9º) Lo más importante es esto: no insistir, no ser pesado, no exigirla, porque si hemos sabido poner en ejecución los 8 puntos anteriores, el resto, como en la frase famosa, el resto viene por añadidura.
No es bueno presionar, insistir y ser pesado por el hecho simple de que para ella es un juego, un entretenimiento, y no está acostumbrada a obrar conscientemente en este tipo de cosas.

La conversación

La conversación entre los dos es importante porque permite descubrir aspectos nuevos de la relación de pareja. No es nada improbable que ella te comience a contar que le gusta tal o cual tipo de hombre, cosas que antes no se animaba a decirlas.
Aquí lo importante es conocer las fantasías femeninas. Estas suelen ser:
1º) Hacer el amor con un hombre forzudo a quien nunca más ha de ver.
2º) Sentirse reina o princesa entre dos hombres. Sentirse abeja reina.
3º) Ser acariciada por otra mujer, por una dulce amiga.
No hay que perder de vista que la fantasía femenina más importante de todas es precisamente succionarle el pene al padre.
Es ante estas fantasías femeninas que el hombre opone resistencia: Le humilla que se acueste con alguien que es físicamente mejor y más potente que él, o que valore el concurso de otro hombre y quiera sentirse reina ante dos caballeros, y solo se conforma si ella desea ser acariciada por otra mujer, por una dulce amiga. Esto no le molesta, aunque en algunos casos lo inferioriza como hombre:"¡Qué tiene una mujer de placentero para ella que no pueda tener yo!"
Esa es la causa por la cual al hombre le cuesta tanto avanzar en esto.

La preparación masculina

La preparación masculina es la más difícil de todas.
Aquí lo que se recomienda es lo siguiente:
1º) No hacerlo en la primera época del matrimonio.
2º) No hacerlo si piensan tener hijos.
3º) No hacerlo si ella nunca conoció otro hombre más que el marido.
4º) No hacerlo si antes no se hizo un trío con otro hombre.

Conclusiones

Así como ella necesita la estimulación clitoridiana para aprender a separar el amor del sexo, que es lo que cuesta, él necesita hacer un trío con otro hombre para sentir placer al ver a una mujer en brazos de dos hombres.
Se han hecho ciertos estudios al respecto en Internet y se ha comprobado que de cada 100 parejas, 3 –nada más que tres- aceptan un trío HMH, lo que está indicando lo difícil que es, en su deferencia por cada pareja que entra en un foro hay 20 hombres solos y eso genera una presión que es indebida para las parejas y suele ser bastante molesto para todo el mundo. Cuanto más gente tiene un foro, menos avisan las parejas y más insisten los singles por un trío. Esa presión no es buena cosa porque ahuyenta inclusive a las parejas en dónde ella es esencialmente poliándrica.
Crucial, por ende, es que el hombre logre transitar con su compañera sexual este camino y que en vez de pedir por un trío, pida consejos sobre como persuadir mejor a su propia esposa.
Fundamental, también, que sepan juntarse dos hombres y hacer un trío con aquella que esté dispuesta a dárselos, sea ésta quien fuere aunque ese trío implique formas non sanctas de arribar a él. Todos sabemos que hay mujeres que tienen tarifas diferenciales para tal efecto.
Es de rigor aquí decir algo que a muchos puede molestarles, pero es de sentido común lo siguiente: No le pidas la mujer al otro, -entrar a un chat y decir ¿quién me presta su mujer?, sencillamente, no funciona- en su deferencia pregúntale como hizo para clarificar las cosas en su matrimonio. Es mucho más productivo y ganamos todos cuando surge una nueva pareja swinger.


domingo, diciembre 27, 2009

Atractivo físico: su importancia





Porque todos los amigos, amantes y parejas alguna vez fueron desconocidos y fundamentalmente porque muchos contactos humanos nunca progresan más allá de una mínima relación, las percepciones de lo que es y no es atractivo físico en las interacciones humanas son un tema importante que preocupa a muchas parejas a la hora de abrirse a diversas experiencias y encuentros sexuales con otras personas.

Criterios

El concepto de que el atractivo físico es fundamental para los encuentros de carácter humano es la consecuencia de la internalización de las pautas culturales de belleza existentes, pero a pesar de las modas y las épocas habría un fundamento de carácter biológico: Se busca el atractivo físico en la persona del sexo opuesto porque la capacidad reproductiva de la especie exige la sobrevivencia de los más aptos para la vida, en el proceso de apareamiento sexual.
Así es como las mujeres se consideran más atractivas cuando tienen atributos relacionados con la fertilidad y la juvenud y los hombres, cuando disponen de características de dominancia, fuerza y alto status social. De esta forma las personas físicamente atractivas son consideradas como más persuasivas, con más factibilidad de ser elegidas como parejas para "salir", con más habilidades sociales que aquellos menos atractivos, como más apoyados socialmente, como mejores emisores de claves no verbales, se los ve mejor adaptados, son más deseables, más exitosos, son vistos como más competentes, producen mejores impresiones y son visualizados como menos propensos a desarrollar enfermedades mentales y también tendrían relaciones más satisfactorias en el plano romántico.
Una cosa importante que hay que tener en cuenta es la de la autoimagen corporal. La manera de percibir las cualidades y atributos físicos que se tienen de uno mismo es fundamental. Se ha dicho no sin razón, que lo importante no es tanto el atractivo físico en sí, propiamente dicho, sino más bien como nos sentimos con nosotros mismos. La autodiscrepancia y la insatisfacción física refleja el estado de disparidad entre los atributos físicos autopercibidos y los estándares sociales internalizados. De esta manera la imagen del cuerpo que tenemos de nosotros mismos y el ideal de belleza que consideramos como valedero, al estar en discrepancia producen un estado permanente de insatisfacción, tanto por el nivel de comparación social con los demás, como por el nivel de aceptación de nosotros mismos, lo que en su conjunto determina la autoestima de la persona.

Atractivo físico y relaciones sociales

El atractivo físico, como ya se dijo, es fuente de grandes influencias sociales, que en la vasta mayoría de los casos operan a favor de la persona considerada físicamente atractiva, según los cánones de belleza en la cultura que se encuentra. Es así, como los jurados en EE.UU, en lo relativo al acoso sexual cuando el culpado es un hombre que posee características consideradas atractivas físicamente y la víctima carece de ellas, el primero resulta menos inculpado por parte del jurado, que cuando la situación es inversa: un acosador poco atractivo y una víctima bella. Así mismo, en otros delitos, los jueces americanos eran menos propensos a encontrar a los defendidos culpables cuando estos eran físicamente atractivos. Sin embargo, esto variaba de acuerdo al tipo de crimen cometido. Así, los inculpados que eran considerados físicamente atractivos recibian un notable menor castigo que aquellos poco atractivos en los crímenes de robo, violación y engaño, pero recibían mayores castigos que aquellos físicamente poco atractivos en el homicidio negligente. Se cree que esto se debe a que las personas tienen expectativas más altas puestas sobre personas físicamente más atractivas, por lo tanto cuando fallan ante estas expectativas se las castiga más duramente.
El atractivo físico también es un elemento que favorece el acceso a diversos escenarios sociales como por ejemplo, el hecho cierto de que una persona atractiva tiene mayores posibilidades de ingresar a un bar y beber, aún siendo menor de edad, con menor probabilidad de que le sea pedida su identificación; por el sólo hecho que los trabajadores del lugar al permitirle acceder y a beber creen que tendrán mayor acceso de interactuar con esa persona que ellos consideran físicamente más atractiva.
En cuanto a liderazgo una persona será considerada más exitosa, con mayores habilidades sociales, ambicioso y competente cuando es físicamente atractivo, por lo tanto, el atractivo físico cumpliría un rol importante en la elección del líder; lo que se traduce en una profecía autocumplida, lo cual lleva al líder, que en un principio fue elegido por su atractivo físico a ser un individuo efectivo.

Atractivo físico y autoimagen

La preocupación por la imagen corporal es mayor en mujeres jóvenes que en mujeres mayores y hombres. Compararse con ideales muy elevados puede ser devastador ya que puede llevar a sentimientos de poca valía personal y desarrollo de desórdenes alimenticios, además es muy importante que el ideal de belleza que tenga una persona esté relacionado con un nivel de belleza que corresponda al grupo al cual pertenece, para así evitar una comparación poco realista que tenga un efecto negativo sobre la autoestima del sujeto, por otro lado, un alto nivel de autoestima proveerá una protección general frente a un ideal de atractivo físico muy elevado y poco realista lo que hará que la persona tenga una mejor evaluación de sí misma al compararse con ideales más alcanzables.
Actualmente, los ideales de belleza cambian según los dictámenes de la moda. La influencia de la exposición a la publicidad va a depender del nivel de autopercepción de los sujetos, por lo que la influencia de la publicidad será mayor sobre las personas con alta autopercepción de sí mismas.

Cuestiones relacionadas con el atractivo físico

Se ha descubierto que afectos positivos están catalogados como más atractivos que los afectos negativos, tanto en la expresión facial como en la voz. Afectos dominantes son catalogados como más atractivos que los afectos sumisos en la expresión facial, pero este efecto se da de forma inversa en lo referente a la voz, esto es, aquellas voces sumisas parecen ser más atractivas que aquellas dominantes.
Otra cuestión relacionada con el atractivo físico sería aquel que se refiere a una imagen saludable, sin embargo, lo que se entiende por imagen saludable muchas veces no corresponde a verdaderos estados de óptima salud. Esto, claramente visto en la percepción que se tiene del bronceado en la piel, puesto que, este factor está tipificado como ser una expresión de salud, sin embargo, este bronceado puede traducirse en cáncer a la piel y en envejecimiento prematuro. Se han realizado encuestas que arrojan que el 66% de la población joven piensa que ellos con un bronceado se ven más sanos aunque sólo el 18% de ellos cree que una persona bronceada es más sana.
Investigaciones posteriores demuestran que las personas que están bronceadas son consideradas más físicamente atractivas, populares y sexy que aquellas que no están en esa condición, existiendo una preferencia por un bronceado mediano sobre uno débil, con una clara menor preferencia para un bronceado oscuro y una ausencia total de éste. Las razones para no considerar al bronceado oscuro como muy atractivo pueden deberse a que se han internalizado en la población los efectos nocivos de los rayos ultravioleta.
Dentro de este mismo tema, en el cual se relaciona el atractivo físico con una imagen saludable, investigaciones confirman la presencia o ausencia del patrón masculino de la pérdida del cabello, dado que éste tiene un gran impacto en la primera impresión por parte de hombres y mujeres. En términos generales los hombres calvos, jóvenes o viejos, son percibidos como menos deseables física, personal y socialmente, puesto que la calvicie puede hacer ver más viejo al hombre joven, mientras que el hecho de conservar el cabello puede llevar a preservar una imagen juvenil en el hombre mayor.
Se diseñó una investigación para determinar en qué medida los sujetos pueden influenciar sus niveles de atractivo físico, centrándose específicamente en el uso de maquillaje y el uso de la postura. Se vio que la estructura física es tan importante como la estructura facial al momento de establecer juicios sobre niveles de atractivo físico, se demostró, por lo tanto, que hay pautas en la forma de actuar que influyen sobre los juicios de belleza y que son casi tan importantes como los factores estructurales.
Por otro lado, se vio que establecer relaciones interpersonales pueden influir y cambiar los juicios sobre atractivo físico, viéndose que el efecto: "la belleza se encuentra en el ojo de la persona que la ve" es verdadero. Se puede concluir de esta investigación que las estrategias de autopresentación (maquillaje), como las personas se mueven y como interactúan con otros influirá muchísimo sobre los juicios de atractivo físico.
Otra cuestión que gravita sobre el atractivo físico es la percepción de edad, se vio que hay una alta correlación negativa entre edad y atractivo físico entre mujeres (a mayor edad menor atractivo físico), pero esta correlación disminuye en la medida que las mujeres que enjuician son mayores. No se vio una correlación entre la edad y el nivel de atractivo físico en hombres. Además, quedó de manifiesto que los hombres prefieren a las mujeres más jóvenes, que para enjuiciar a una persona joven como una persona poco atractiva las personas se centran en señales ligadas a edades mayores (arrugas, pieles menos tersas, pelos menos brillantes, y demás) y que para valorar a personas mayores como atractivas las personas se centrarían en señales de juventud. Finalmente, se puede decir que las personas jóvenes enjuiciaron como menos atractivas a personas mayores y que las personas mayores emitían juicios más favorables sobre personas de similares edades.

Atractivo físico y diferencias de género

En cuanto al atractivo físico y las diferencias de sexo se podría decir que la vasta mayoría de las mujeres desean ser más delgadas, discrepancia en la autoimagen que contribuye a la prevalencia de los trastornos alimenticios. Por otra parte, la mayoría de los hombres quieren un peso diferente, el que puede ser menor o mayor al que actualmente poseen, dentro de este punto se ve que muchos hombres están descontentos con su musculación y quieren tener una constitución más mesomórfica (atlética). Cuando los hombres aspiran a ganar peso lo que ellos buscan es un aumento del peso muscular. Finalmente, estudios sobre el peso con relación a los ideales del sexo opuesto han revelado que cada sexo posee una inadecuada percepción de lo que el otro sexo prefiere descubriéndose que el otro sexo es menos extremo de lo que se cree. Algunos estudios han destacado que la altura es más importante para los hombres que para las mujeres, aventajando al hombre alto por sobre el bajo, sin embargo, otros encontraron que solamente el 20% de los hombres estaban descontentos con su altura.
En lo referente al tamaño del pecho los estudios descubrieron que aunque los hombres prefirieron un busto más grande que las mujeres, un tamaño promedio era más atractivo para ambos sexos. Investigaciones muestran que ambos sexos preferían tener un pecho más grande que el que ellos tenían y ambos sexos creían que el otro sexo prefería un pecho más grande en el sexo opuesto.
El color de ojos ideal aparece en investigaciones como congruente con el color de ojos propio, sin embargo, el 82% de los hombres y el 81% de las mujeres asumen que el sexo opuesto los prefiere azules. En cuanto al color del cabello se encontró que independientemente de que tengan un color natural o artificial, el 79% de las mujeres prefirieron hombres morenos y dentro de los hombres el 69% de los morenos las prefieren morena mientras que el 69% de los rubios las prefieren rubias.
Otra diferencia de género que se ha observado es referente a la imagen corporal, la cual se refiere a como la gente piensa, siente y se comporta frente a sus propios atributos físicos. La imagen corporal contaría con tres facetas: la evaluación (satisfacción o insatisfacción frente a la propia apariencia), el afecto (experiencias emocionales que las evaluaciones provocan en distintos contextos) y la inversión (preocupación por el manejo de la imagen). Frente a esto surgirían las siguientes diferencias de género: relativo a los hombres las mujeres muestran una evaluación de imagen corporal más negativa; invierten más en su imagen y presentan con mayor frecuencia un malestar frente a su imagen. También las mujeres presentan mayores discrepancias entre su yo ideal y su yo real, en lo que a proporciones del cuerpo se refiere (musculatura, piel, peso y demás); los hombres y mujeres que presentan un descontento similar frente a su cuerpo invierten de igual manera para mejorar su apariencia física. La insatisfacción con el cuerpo aumentaría después de los veinte años en las mujeres y en los hombres aún no se ha determinado una edad.
Finalmente, se puede destacar como un punto importante el peso frente a las diferencias de género, por lo que se puede ver que las características físicas van a ser importantes frente a la comparación con otros. Las mujeres obesas, en orden jerárquico presentarían las siguientes características: en el ámbito sexual son consideradas como significativamente menos atractivas, menos deseables como parejas, poseerían menos habilidades sexuales, serían menos cálidas sexualmente y tendrían menor respuesta sexual; por lo que muchas veces pueden ser percibidas como vírgenes, con menores posibilidades de tener una pareja sexual estable y experimentar deseo sexual. A su vez, los hombres obesos, en orden jerárquico, presentan las siguientes características: sería menos probable que tuvieran una pareja sexual, son considerados significativamente menos atractivos en el ámbito sexual y son menos deseados como parejas.
La comparación en el aspecto sexual es mayor entre las mujeres obesas y de peso normal, que entre los hombres obesos y de peso normal. Las mujeres con sobre peso incorporarían al peso como parte de su autoconcepto, creyendo que este interferiría con sus actividades sociales, pensando así que las negativas sociales que reciben están en función de su peso y tienden a tener una menor autoestima y una mayor visión negativa sobre sí mismas con relación a una persona de peso normal, concluyendo así que las mujeres obsesas se ven a sí mismas como criaturas asexuales incapaces de atraer y satisfacer a una pareja sexual.

Conclusión

A través de todo lo que se ha expresado sobre el atractivo físico en este trabajo, se puede concluir que el atractivo físico es una construcción social determinada culturalmente y que varía según las pautas de estética y las tendencias de la moda que influirán sobre el establecimiento de relaciones sociales, el sentido de la propia autoimagen y juicios sobre la imagen corporal que se reciben, así como sobre conductas que se presentan y por último se vio que hay diferencias de género en cuanto al tema.
La influencia del atractivo físico sobre las relaciones sociales queda de manifiesto al verse que las personas consideradas más atractivas tendrán más acceso a ciertos lugares, a ocupar ciertas posiciones dentro de un grupo (liderazgo) y a ser juzgados más favorablemente y ser castigados menos duramente en general y particularmente frente a algunos crímenes.
Con relación a la autoimagen se plantea que es necesario que las personas tengan un ideal de belleza realista para que estén conformes consigo mismo y que las personas con alto nivel de autoestima son más susceptibles a la comparación social y a la influencia de estereotipos publicitarios.
Dentro de las conductas que se presentan en relación al atractivo físico se vio que el broncearse, el maquillarse, la postura, la manera de relacionarse con otros y el mantener un peso adecuado serían determinantes al momento de enjuiciar el nivel de belleza de los sujetos.
En lo que a diferencias de género se refiere se pudo ver que los conceptos que tienen las personas sobre su propio sexo son mucho más extremistas que lo que en realidad el sexo contrario considera como atractivo y que en general las personas prefieren rasgos físicos similares a los propios al momento de establecer juicios valorativos de atractivo físico.
Finalmente, se puede decir que el atractivo físico influye sobre el establecimiento de relaciones humanas y que tiene un efecto importante en la formación de la autoimagen personal.

viernes, diciembre 25, 2009

El fin del adulterio





El Movimiento Swinger y el Adulterio

Es tiempo de quitarse la máscara. Reconozcámoslo; desde tiempo inmemorial ha existido la infidelidad dentro del matrimonio o relación de pareja.
No importa lo que digan las religiones, la moralidad o las costumbres "decentes" de una u otra época, la verdad es que ha sido común que en una pareja, casada o no, alguno de los integrantes acabe por decidir en cierto momento ir en busca de algo que satisfaga un apetito que, siendo natural, ha sido por lo regular considerado como pecaminoso o inconveniente y que por muy diversas razones (hastío, incompatibilidad, diferencia de temperamento, etc.) no encuentra en la pareja. Esto antes era mucho más cierto en los varones que en las mujeres aunque ahora las mujeres no se quedan atrás.
Esto ha dado lugar a comedias, dramas, tragedias e incluso guerras (léase La Ilíada)...pero ya al inicio de un nuevo milenio que se viene significando por avances insospechados en todas las áreas de la vida humana, ¿podría quedar este punto sin discutirse o abordarse?
Y lo contradictorio: Los puritanos y moralistas defienden el concepto tradicional de la fidelidad -aunque muchos, en realidad, la infrigen hipócrita y subrepticiamente- como quien defiende un derecho a la propiedad; es decir, el ser "amado" es en realidad, visto como una cosa que no puede ser prestado o dado a otro porque pierde valor; se "desvirtúa"... Por otra parte, si dos seres desean comprometerse a llevar una total y absoluta fidelidad del uno hacia la otra -y viceversa- de por vida, nadie puede negar que es algo plausible e incluso admirable, siempre y cuando esa fidelidad se dé también en total y absoluta libertad.
Pero la realidad cotidiana es otra; en nuestra sociedad, se obliga a los jóvenes, al momento de contraer matrimonio, a intercambiar votos de por vida a una edad en la cual muchas de las ideas y nociones no están totalmente afirmadas y mucho menos libremente escogidas, sino que más bien obedecen a la educación, costumbres y presión social.
La gente cambia con el paso de los años y con la vida, y lo que pensaremos mañana no es exactamente lo que pensamos hoy.
¿Qué hacer entonces con un compromiso que llega a convertirse en una tediosa y pesada carga? Es cuando muchos optan por una salida que de entrada, ellos mismos han catalogado como inmoral: el adulterio, el engañar a la pareja.
Es aquí donde entra a escena el movimiento swinger, el movimiento de la amplitud de movimiento, valga la redundancia, en la conducta sexual de las parejas y matrimonios. Porque una consecuencia natural de adoptar esta moral diferente y con ella el estilo de vida que lleva aparejado es el fin de la infidelidad. Y con ella, termina también el adulterio.
A algunos les sonará extraño, pero el verdadero swinger aborrece el adulterio. Adulterar (del latín adulterare=alterar, falsificar, deshonrar) es cambiar de manera ilegítima y unilateral la naturaleza, el sentido verdadero de algún compromiso anterior; existen pactos sagrados como son la amistad, la paternidad o maternidad y por supuesto el matrimonio. Cuando alguno de los cónyuges violenta la palabra empeñada ("te seré fiel, no tendré contacto carnal con nadie que no seas tú") cae en adulterio, y esto no solo abarca la parte sexual de la pareja sino que puede comprender cualquier punto que ambos acuerden y pacten, así sea el no bailar o ir al cine con quien no sea la pareja. Pero ¿qué sucede cuando este pacto es revisado y ambos cónyuges llegan a un nuevo acuerdo, donde se contemple, se respete y acepte la verdadera naturaleza de cada quien, sin engaños, sin dobleces? El adulterio no es tal.

• El Fin de la Infidelidad

EL VENENO DE UN HOMBRE ES UN TESORO PARA OTRO HOMBRE (Shakespeare)

Donde unos, solo encuentran motivo para tragedias, matrimonios rotos y sufrimiento interminable, otros hallan motivo para placer mutuo y mayor unión dentro de la pareja.
Casi por definición lógica, el o la swinger es alguien que disfruta al máximo de su libertad, ejercida ésta con total respeto a la integridad de los demás, comenzando por la propia pareja.
Al poner la moral donde debe estar, en el corazón y en la mente, y quitarla de la zona genital y de el sistema endocrino, el movimiento swinger comienza por aceptar las inclinaciones naturales de cada persona humana, sin detrimento en lo absoluto de la ética.
Cuando un matrimonio o pareja comienza a hablar abiertamente entre ellos de sus preferencias, inquietudes y fantasías sexuales es cuando se genera una empatía total entre ambos cónyuges o novios, porque al aceptar de frente a la pareja sus propios apetitos e inclinaciones, acaba por aceptar los de su consorte.
Y como consecuencia, es ahí cuando viene el fin de la infidelidad.

• Un Nuevo Acuerdo

Así como tenemos gustos y apetitos diferentes en otras cosas, en lo sexual no todos sentimos el mismo impulso sexual y muchas veces descubrimos que ese ser con el cual tanto conectamos en zonas muy variadas del acontecer humano, en otras simplemente tendemos a ser divergentes y manifestar preferencias distintas.
Y está la otra vertiente para el enfriamiento de las relaciones de pareja: El aburrimiento.
Por mucho que a una persona le agrade algo, si eso le es dado una y otra y otra vez, fatalmente llegará el momento que busque -muchas veces sin decir nada a la pareja- una diversificación de eso que tanto le ha agradado, sin que ello signifique que lo rechace totalmente o que le haya dejado de gustar.
¿Para qué esperar todo esto? Lo razonable es conversar, razonar...y ponerse de acuerdo.
Al replantearse las cosas, ya ante la evidencia de la verdadera naturaleza íntima de ambos cónyuges, no solo es factible sino que se vuelve deseable el llegar a un nuevo acuerdo, a un pacto que realmente pueda ser respetado por ambas partes y es, a partir de ese momento, y de común acuerdo entre ambos cónyuges, cuando cualquier acto sexual de los dos aunque sea con una persona diferente se convierte intrínsecamente en una actividad de la pareja, sea ambos actuando activamente o uno activa y el otro pasivamente, pero tácitamente ambos siempre presentes por el simple hecho de que la "aventura" del esposo o esposa, es parte de un pacto, parte de un compromiso de amor, de aceptación y de entendimiento plenos.
Está, además, esa comezón de la curiosidad por lo nuevo, por lo diferente. Al fin y al cabo, el ser humano es explorador por naturaleza. Y algunas personas gustan de experimentar más que otras.
Como sucede en tantas otras cosas, lo inesperado, lo diferente y ¿por qué no? algo que resulte ser frescamente emocionante, suele ser la mejor receta para combatir el aburrimiento.
Al haber el permiso del cónyuge para explorar y expandir las fronteras de la sexualidad de cada quien, la infidelidad pierde razón de ser, se hace totalmente innecesaria.
En su lugar quedará la aceptación total del ser amado y es en ese momento cuando la promesa de buscar la felicidad de la pareja amada puede tornarse en realidad.
Claro, para derrotar esa moral anquilosada que ha precipitado a la hipocresía y al engaño a tantos hombres y mujeres, es necesario derrotar primero el malsano demonio de los celos. Muchas personas admiten abiertamente que los celos no son otra cosa que inseguridad, pero sin embargo, qué difícil ha sido para muchos despojarse de esa baja y enfermiza pasión.
Cuando la búsqueda del placer personal se basa en la búsqueda del placer del ser amado, no queda lugar para los celos, porque éstos son el síntoma más claro de un egoísmo que es incapaz de anteponer el bienestar de quien se dice amar; es decir, el amor a sí mismo es mucho mayor que el amor hacia la otra persona. Y eso no es verdadero amor.

jueves, diciembre 24, 2009

Rítmo mundial



Si algún día estas solo(a) en tu casa o luego de terminar una relación sexual con tu pareja hombre o mujer, alguien dice... ¿no crees que a esto le falta algo?... si el otro responde ¿qué?...y hay una tercera pregunta que dice: ¿Qué has querido hacer alguna vez y no lo has hecho?... Si la conversación continúa lo más probable es que consciente o inconscientemente el tema llegue a tomar la forma de un incipiente swingerismo, algo muy común dentro de las sexualidades modernas. Pero, fresco, vamos por partes. A Alberto no le ocurrió de esta forma. Él es un hombre de 27 años que acumuló cierto registro sexual en su psiquismo y como por hechicería en su navegar diario se encontró con un motor de búsqueda que lo llevó a conocer una comunidad sexual, de cierto modo clandestina, que acaparó su atención y lo hizo inmiscuirse de incógnito. Ahora, al respecto, Alberto afirma: “Una vez ingresas te das cuenta de lo que tu vida, a nivel sexual o por diversión, necesita”. La palabra swinger se deriva del verbo inglés ´to swing´ que significa balance, libertad de movimiento, oscilación. Swinger, es aquella persona con amplio criterio, casada o soltera, que decide ejercer su libertad de acción en lo que respecta a su vida sexual. Esto incluye el intercambio de pareja, la práctica de sexo en grupos de tres personas o más y todas las variaciones que puedan surgir con ello, dependiendo de las preferencias personales. Para hacer parte de esta comunidad primero que otra cosa es necesario estar lo suficientemente animado para adquirir inciertas experiencias y hacer realidad las fantasías sexuales propias, por supuesto abriéndose a las ajenas. De cómo apareció... La primera aparición de este estilo de vida se dio en Estados Unidos, durante la segunda guerra mundial. La alta probabilidad de morir en combate llevó a un grupo de pilotos de la fuerza aérea y a sus esposas a aceptar un protocolo de “no fidelidad”. Esta costumbre siguió después de la segunda guerra mundial y durante la guerra de Corea. Tras esta última el grupo ya era bastante amplio y comenzó a extenderse a grupos de parejas no militares. Fue aquí que el fenómeno hizo su primera aparición en los medios masivos, conocido como “cambio de esposas”. El público quería saber más de este estilo de vida. En los años '60 existían en todo el mundo una treintena de publicaciones donde aparecían anuncios swinger, y comenzaron a organizarse las primeras fiestas swingers. Recién entre finales de los '60 y principios de los '70 se fundaron los primeros clubes swingers permanentes. En 1979 el movimiento swinger mundial toma forma y se crea la NASCA que es el mayor organismo swinger a nivel mundial. La NASCA lucha por mejorar la imagen del movimiento, proporcionando información a los interesados en este estilo de vida, creando estándares para los clubes y eventos swingers, organizando reuniones anuales en donde se intercambia todo tipo de información que ayude a mejorar la calidad y comprensión de la comunidad swinger. En los años '80 y '90 la comunidad swinger creció y se expandió a casi todos los países del mundo logrando entrar abiertamente a países Latinoamericanos. Alberto consiguió más de lo que buscaba. Terminó encarretándose tanto con el tema, que creó un sitio Web especial para quienes como él quieren vivir su sexualidad con plena libertad. Hoy dicha comunidad cuenta con más de 40 miembros que son aceptados de acuerdo a sus intereses, hay reserva de admisión pero para asegurar el respeto entre todos. Dentro del swingerismo es necesario también tener en cuenta ciertos principios que le son inherentes, algo así como los mandamientos que debe cumplir un swinger de bien: 1. Es cortés siempre. Todos queremos ser tratados como personas, no como objetos. Por eso, una de las reglas swingers es tratar a todos con consideración, sensibilidad y discreción. Exactamente como nos gustaría que nos traten a nosotros. 2. Es amigable. Aunque no le interesara llevar a cabo alguna experiencia sexual con otra pareja o persona, un buen swinger respeta sus sentimientos y decisiones. 3. Contesta todos los mensajes, aunque simplemente sea para decir: “No gracias”. 4. Se prepara en todos los sentidos. Decide conjuntamente con su pareja tener sexo grupal muchos antes de llegar a concretarlo con otros swingers. Y, antes de ir al encuentro tiene a mano todo lo que necesita: condones, toalla, peine, cepillo dental y demás. 5. Es limpio y cuidadoso de todos los aspectos de su imagen. Esto implica estar cuidadosamente afeitado para los hombres y depiladas las mujeres. Antes de acudir a una cita swinger es importante bañarse, desodorizarse, arreglarse las uñas... 6. Tiene en cuenta los sentimientos de los demás. Y siempre los respeta sin forzar ninguna situación. Empezando por el estado anímico del compañero o compañera y luego de los otros swingers. Para pasarla bien y disfrutar de un buen sexo swinger es importante que el clima sea distendido y alegre. 7. No fuerza situaciones. Si alguien -incluyendo su compañero(a)- dice no, no tiene sentido preguntar por qué, ya que, después de todo, ser swinger significa la libertad de criterio y de acción tanto para uno como para los otros. No todos tenemos el mismo ritmo ni facilidad en la toma de decisiones; hay parejas que al principio titubean mucho antes de aceptar finalmente tener una relación sexual. Esto es natural y comprensible; intentar forzar las situaciones probablemente termine por provocar reacciones contrarias en los demás. 8. Sólo acepta lo que es divertido para todos. La única premisa es divertirse y pasarla bien. Por eso, un buen swinger nunca polemiza ni discute de política, religión, de fútbol o de economía. Nada que pueda dividir o tensionar debe empañar un encuentro swinger.

Forma de ser

Aparentemente, y según medios especializados, las parejas swingers son menos racistas, sexistas, “heterosexualistas” y prejuiciosas.
En una encuesta realizada en 1996 en la convención mundial de swingers, el 92% de los entrevistados usaba condón. Cuatro años después se realizó un estudio más completo, buscando encontrar de qué manera había cambiado la comunidad swinger a raíz del SIDA, y el porcentaje de swingers que practicaba el sexo seguro había aumentado a un 98%.
Según estudios realizados durante los últimos tres años, la pareja swinger tiene menos conflictos emocionales y el porcentaje de divorcios es muy bajo; y cuando el divorcio llega a ocurrir, ambos afirman poder seguir teniendo una amistad con su ex-pareja.
La comunidad swinger apoya abiertamente el derecho de los adultos a escoger el tipo de vida sexual que les agrade. Sin embargo, no comentan abiertamente su estilo de vida porque una de las principales reglas de los swingers es el respeto a la privacidad.
Ser swinger no es para cualquier pareja. Ambos deben estar muy seguros de los motivos por los que desean tener sexo grupal.
Si la relación con tu pareja no es muy sólida, es muy probable que el verlo(a) “coquetear” o tener relaciones con alguien se convierta en una experiencia desagradable.
Si tu pareja y tú no pueden comunicarse ni emocional ni sexualmente puedes estar seguro(a) de que la comunidad swinger sólo traerá desequilibrio a tu relación.

miércoles, diciembre 23, 2009

El trío HMH






El tema a nuestro entender sería el siguiente: ¿Cuál es el carácter deseable para un trío, que oficie de puntapié inicial al intercambio?
Las condiciones serían:
1. Que exista una entrevista previa en un bar en dónde los dos hombres conversan y se ve el tipo de persona que se es.
2. Que se realice en un hotel.
3. Que el hombre de la pareja anfitriona se haga cargo de todos los gastos.
4. Que sea heterosexual, los hombres no se tocan.
5. Que se practique bajo sexo seguro, esto es, que el invitado use preservativos.
6. Que la finalidad sea exclusivamente darle placer a la dama, que se sienta princesa entre dos caballeros.
7. Que exista una relación de respeto hacia la pareja.
8. Que se asuma que el poder de elección y decisión en la segunda cita lo tiene ella.
9. Que la relación tenga un carácter meramente ocasional, un simple pasarla bien.
10. Que el invitado sea quien da su teléfono, no la pareja que lo invita.
El punto 1º), que los dos hombres conversen primero en un bar, es fundamental. Es la preselección que realiza uno de los miembros de la pareja, la selección final la realiza el otro miembro en la segunda entrevista los tres juntos. Es fundamental ver delante de que calidad de persona se está y eso no se resuelve con fotos, eso es cuestión de conversar y charlar y ver quien es esa persona.
El punto 2º), que se realice en un hotel, también es clave. No se le puede dar la dirección a un desconocido aunque se tenga lugar y disponibilidad. Mas vale gastar en un hotel que dar la dirección a una persona que no se conoce, ni existe confianza con ella.
El punto 3º), que el hombre de la pareja anfitriona se haga cargo de todos los gastos es primordial por varias causas, entre ellas la siguiente: no hay nada más triste que dejar flotando la sensación de que hay algún interés fiduciario de por medio y conviene aventar esa sensación haciéndose cargo de todos los gastos. Es algo que se hace porque ambos en la pareja quieren, no porque otro de afuera lo exija.
El punto 4º) que sea heterosexual y los hombres no se toquen, es de sentido común. La relación no debe ser humillante para nadie, es muy tentador una cama para tres, pero eso no significa que haya que aceptar cualquier cosa por esa causa.
El punto 5º) que se practique el sexo seguro, significa que el invitado debe usar preservativo, sin ofenderse porque el hombre de la pareja no los use. Es la pareja que invita, quien fija sus condiciones.
El punto 6º) que la finalidad sea darle placer a la dama y más nada, es también fundamental. Es algo que si bien hunde sus raíces en la morbosidad enorme que da ver a la propia compañera sexual en brazos de otro hombre, lo hacemos para que ella se sienta bien y pueda satisfacer sus fantasías políandricas. Debe realizarse allí lo que a ella más le guste de todo, ya sea doble penetración o una mamada mientras es penetrada por otro.
El punto 7º), que exista una relación de respeto hacia la pareja, si bien es de sentido común y de mínima urbanidad, hay que decirlo porque no esta bien entendido por muchos.
El punto 8º), que se asuma que el poder de decisión y elección en la segunda cita lo tiene ella, es lo más equitativo que hay. La primera es la preselección que él realiza, en la segunda cita, la última palabra la tiene ella. Puede ser al revés, pero sea como sea, es algo que ambos aprueban. Van a eso no porque uno de los dos quiera, sino porque ambos están de acuerdo en realizarlo.
El punto 9º), que la relación tenga un carácter meramente ocasional, un simple pasarla bien, es fundamental para la mayoría de los casos.
El punto 10, que el invitado dé su teléfono y no quien invita, igualmente es capital. Hay demasiados bromistas.
Esta es nuestra manera de ver y sentir las cosas.

martes, diciembre 22, 2009

Efectos benéficos









Los efectos benéficos al parecer serían muchos según diversos observadores al respecto.
En primer lugar el aspecto exterior de la pareja, sobre todo de la mujer comienza a lucir de un modo mucho más favorable. Durante la época de la novedad ella luce como una muchacha adolescente y luego comienza a comprender que es cotizada en el mercado de los trueques según su apariencia exterior.
Siempre en todos lados hay hombres al acecho, y ella comienza a sentir que ahora tiene armas como mujer para enfrentar diversas situaciones de vida. Cuando comprende que con un físico prometedor los hombres se precipitan hacia ella es cuando comienza a entender en caso de no estar tan beneficiada por la naturaleza cuál puede ser en alternativa su conjunto de encantos femeninos.
Su corpulencia excesiva ha podido ser un motivo; ella misma al ver a ciertas obesas circular desnudas en el menor pudor, se dará cuenta de cuánto su vista es una ofensa para los ojos. Una adepta de los intercambios que es consciente de su adiposidad intentará liberarse de ella y no le servirá de nada camuflarla con la ayuda de su modista. Su marido, deseoso de tener una compañera presentable, la animará en su cura y no escatimará gastos. El gran obstáculo para el tratamiento de las obesas es un esposo indiferente o refractario, lo que desanima a la esposa a perseverar; en el matrimonio practicante del intercambio, un tratamiento bien motivado y en el que se interesa el marido, siempre tiene éxito. En los intercambios, el marido solicitará incluso, discretamente, algunos consejos para su mujer algo gruesa y la acosará para que los siga; en caso contrario, se cerrarían demasiadas puerta para ella y de refilón, también, para él.
Hasta en los pequeños anuncios para los intercambios sexuales se muestran exigentes; a menudo especifican no sólo la altura y el peso de la esposa de la pareja anunciadora, sino su contorno de cintura y pecho, lo que indica que no le sobran quilos por ninguna parte y por ende exige reciprocidad. Con el abandono de los intercambios, la obesa adelgazada corre el riesgo de recuperar sus quilos al no tener ya que hacerse valer físicamente. Al ver a ciertas antiguas adeptas del intercambio, es fácil adivinar que no los frecuentan a causa de una corpulencia que ha reaparecido.
Una pluralista sexual pronto sabrá lo que atrae y lo que retiene al hombre medio. Una cadera y un busto saliente, no excesivamente, son tan eficaces como un maquillaje y un peinado estudiados; tendrá en cuenta la lección y de los intercambios puede resultar una actitud de sencillez, ya que la "naturalidad" gusta a los hombres. Aprenderá, asimismo a desnudarse y vestirse deprisa, lo que no disgusta al cónyuge. Cuando una vez vestida su atractivo resulta mediocre, mientras que era impresionante desnuda, deseará cambiar su modista y es frecuente sea solicitada discretamente una dirección y anotada allí mismo. Una mirada y unos rasgos más vivos y una piel más luminosa, como bajo el impacto hormonal desde unas relaciones múltiples y orgásmicas, pueden proporcionar más atractivos a la practicante del swinger, aparte de resultar más animada desde que tiene un nuevo centro de interés. Un marido a menudo asombrado, desde que ella frecuenta los intercambios, de su aspecto más atractivo y de sus éxitos masculinos se felicitará por haberse casado con ella y la mirará con otros ojos como ella misma lo hace ahora en el espejo después de haberse visto tan deseada. También él se cuidará mejor; velará por contener una gordura demasiado prematura, visitará en ocasiones el gimnasio y sobre todo al dentista; una extraña se atreverá a hacerle alguna observación sobre un aliento desagradable, mientras que su mujer lo soportará estoicamente por temor a herirlo.
Según los adeptos a los intercambios, éstos volverían a los dos cónyuges más solidarios; ayudarían a romper entre ellos las barreras con un tema de conversación inagotable; tienen un gran secreto en común; tienen necesidad de confiarse mutuamente sus experiencias. Una vez finalizados los intercambios discutirán animadamente sobre los placeres o decepciones experimentados y necesitarán prolongar las reuniones verbalmente. Esta facilidad y esta necesidad de confiarse deshiela las relaciones entre los esposos; su conversación, antes estereoripada y sin brillo, se vuelve más animada; tienen otro tema distinto al dinero o la comida. Ellos mismos se asombran del brillo de vida que anima sus observaciones; es corriente oír: "Antes, apenas hablábamos, en cambio ahora no paramos". Esta costumbre, de decirlo todo y ser transparente después de los intercambios, tiene muchas posibilidades de prolongarse a otras circunstancias. La franqueza y la libertad de expresión se convierten en una regla; tanto el marido como la mujer no temerán ya confesar el vivo atractivo que sienten hacia terceras personas. Cómplices en lo prohibido, se vuelven solidarios y cultivan a partir de entonces su jardín secreto. Después de un crucero o de unas vacaciones en un lugar lejano, donde fueron practicados los intercambios, el matrimonio, de vuelta para largos meses a su pequeña ciudad o barrio, gozará interiormente jugando a padres normales y corrientes. Dirigirse algunas noches a una reunión de intercambio después de una jornada irreprochable da la impresión enriquecedora de vivir dos vidas: no solamente el doctor Correa se convierte en el señor Correa, sino que la señora Elvira, su mujer, se convierte asimismo en la señora de Correa.
Perfectamente distendidos después de unas prácticas sexuales gracias a las cuales ya no se sienten insatisfechos, los cónyuges manifiestan más amabilidad entre ellos; el marido deja de refunfuñar y su mujer de protestar por el más mínimo pretexto. Un esposo que deja de ser impotente y una mujer de ser frígida, por una vida sexual comunitaria, se vuelven más amantes y tolerantes el uno hacia el otro. Una pareja feliz a la salida de los intercambios, como unos colegiales después del recreo, manifiesta sin lugar a dudas más facilidad de convivencia con el ambiente que le rodea. Durante los días siguientes, algo quedará de este buen humor entre ellos y con el prójimo. Desde que ellos mismos han encontrado la felicidad sexual, la desearán para todo el mundo. Esa es una de las causas por las cuales en el Ejército está perfectamente entendido el valor de estas prácticas sexuales. El que vio lo bueno que una cosa tiene, también, lo desea para los demás.
Una mujer que no ha abandonado a su marido en la clandestinidad de los intercambios, no lo dejará para otras reuniones más inocentes: espectáculos, salidas amistosas y otros, donde, a partir de ese momento, ya no irán cada uno por su lado. De la misma forma que uno se siente más poseedor de un objeto prestado cuando le es devuelto, el practicante del swinger se sentirá más marido de su mujer cuando se la hayan devuelto. Si después de alguna resistencia, ella ha consentido seguirlo a los intercambios, al haber cedido en lo principal, podrá obtener mucho en lo secundario; utilizará su infidelidad en el momento oportuno, a la inversa de la esposa ordinaria que no cesa de recordar su fidelidad para ser recompensada con un exceso de atenciones. Una esposa, incluso perfectamente adaptada a los trueques, pronto comprenderá lo mucho que le interesa dejarse arrancar cada vez su consentimiento para volver: su marido deberá suplicar y prometer siempre para convencerla a acompañarle; para el simple deber conyugal, no ha podido hacer valer esta fuente de rechazo; su marido pronto se resignaría o iría en busca de otra.
El afecto que se profesan los cónyuges no se vería alterado por los intercambios, según dicen sus adeptos; ya en muchas reuniones, es fácil sorprender entre ellos miradas tan tiernas como cómplices; algunos matrimonios no dejan de mirarse incluso estando unidos con otros; sólo existen el uno para el otro; sus compañeros de turno no son más que instrumentos. A la salida, sorprende, pero es frecuente en el swinger, ver a una pareja casada, incluso practicantes del intercambio desde años, tomada de la mano o de la cintura pasearse a lo largo de las tiendas, espectáculos o restaurantes e incluso entran en ellos como unos jóvenes enamorados. En los intercambios, los matrimonios evitan a toda costa un compromiso emocional con un tercero; para ellos, hacer sexo no es hacer el amor y los trueques no son nada serio ni trascendental; La disponibilidad afectiva está situada entre ellos, ahora todavía más fuerte al haber sido contenida con extraños. Su cuerpo ha sido para otros, los sentimientos son para ellos. Esta fidelidad de corazón es la única que les importa e interesa.
Antes de la práctica de los intercambios, la esposa podía sentir rencor hacia su marido por no haberla despertado sexualmente, una vez ya lo está, puede manifestarle un agradecimiento real por su amplitud de miras, lo que ayuda al afecto. La naturaleza de sus sentimientos es susceptible de cambiar. Antes del swinger, compensaba la insuficiencia de sus reacciones sexuales con un apego infantil, fijada sobre su marido como una niña mimada y posesiva; quería de él que realizase todas las formas del ideal en el que había soñado de un hombre. Mucho más sensual después de haber practicado el intercambio, se hace más mujer; menos hipnotizada por su marido, le profesa un cariño menos receloso y más maduro. A menudo, después de los desbordamientos carnales de los intercambios, se depura y convierte en amistad profunda entre los cónyuges.
Entre los efectos benéficos se destaca el hecho de que los intercambios podrían a la larga insensibilizar unos celos demasiado acusados. Muchos hombres y mujeres casados, que al principio apenas conseguían ahogarlos, se sorprenden de encontrarse cada vez menos celosos, ante la extrañeza de los practicantes solteros de los dos sexos, a quienes seduce este arreglo poligámico por mutuo acuerdo de la pareja y frecuentemente se les oye expresar el deseo de encontrar ellos, también, un compañero o compañera comprensivo. En un caso excepcional, la desaparición de los celos tuvo lugar de forma brutal, como una extirpación quirúrgica, en un neófito en los intercambios; había acudido a una reunión con su mujer en plan de curioso, totalmente resuelto a no compartirla; seguramente ella se perdió en medio del torbellino de idas y venidas: la encontró con otro; ante el hecho consumado, no volvió a sentir celos. La ausencia de celos, a la que llevan los intercambios, acaba por repercutir en la vida ordinaria de la pareja; el esposo ya no volverá a hacer una escena cuando su mujer mire demasiado insistentemente a uno de sus amigos; así como ella se abstendrá de hacer alguna observación cuando él se fije demasiado a menudo en una vecina y no exigirá ya que eche a una secretaria demasiado atractiva. Con la seguridad que ella misma adquiere en los intercambios y la certidumbre de que es capaz de retener a un hombre, los celos, arma de los débiles, ya no tienen cabida ahora que se siente fuerte. Podría asimismo haber sobrestimado a su compañero; a pesar del buen concepto que de él tiene, descubre por comparación su mediocridad sexual y no teme se lo quiten.
El adulterio corriente, que serviría contra él, de arma de disuasión, se ve netamente disminuido en el sexo en grupo; una esposa ha podido exigir que el precio de su aceptación a los intercambios sea la fidelidad de su marido en las otras circunstancias; generalmente mantiene su palabra. Con a menudo una o varias prácticas de intercambio, además de las relaciones conyugales, habrá, asimismo, agotado sus posibilidades y curiosidad sexuales. Una asidua a los trueques los había aceptado de haber descubierto, por unas manchas sospechosas, que su marido la engañaba; saturado sexualmente gracias a los intercambios, se volvió estrictamente fiel fuera de ellos. La propia esposa se inmunizará contra el seductor del exterior; los intercambios en serie le habrán enseñado lo muy parecido que debe ser a otros hombres, ya que el sujeto excepcional parece un mito.
A ciertas esposas les gusta, incluso, probar su fidelidad al marido; aceptan de buen grado las tarjetas de visita que les deslizan algunos visitantes ocasionales poco hechos a las costumbres; las esconden en el hueco de una axila y se las enseñan a su marido a la salida, antes de guardarlas y catalogarlas, como en un fichero. Asimismo, las esposas se sienten muy poco tentadas de engañar a un marido tan tolerante; no lo merece desde que ha dejado de ser un carcelero al que apetece burlar. Su instinto de poligamia se ve asimismo agotado con los intercambios, como esas mujeres murias en la India o esas suecas quienes, después de una vida de solteras muy libre, no experimentan ya la necesidad de engañar a su marido y son más fieles que otras. Para muchas practicantes del intercambio, los intercambios no son adulterio; algunas afirman incluso, en el fuego de las conversaciones: "Yo no he engañado nunca a mi marido", y en efecto la pérdida de la exclusividad sexual no significa otra cosa que eso; una de ellas declaraba: "Me despreciaría a mí misma si llegase a engañar a mi marido, antes me divorciaría"; para estas practicantes del swinger, los intercambios no cuentan; Únicamente aportan penes, bocas y dedos, no amantes; sus contactos apenas tienen importancia y no dejan más recuerdo que cuando se le da la mano a un amigo en la calle. Un marido perfectamente consciente de esta falta de consecuencia de los intercambios, preguntaba desenvueltamente y, simplemente, por curiosidad a su mujer después de cada sesión: "¿Con cuántos me has engañado hoy?".
El adulterio del swinger, contrariamente al otro, suprime todo sentimiento de culpabilidad entre cónyuges; no tienen nada que esconder y son transparentes, el uno para el otro; por el contrario, en el adulterio normal, el culpable está siempre sobre ascuas ante el temor de ser descubierto; siempre persistirá algo de sus temores en los acercamientos conyugales. Antes, los dos esposos vivían cada uno en un mundo diferente de hombres o de mujeres; en la pareja moderna, la relación es más íntima y el disimulo se hace mucho más difícil; cada cónyuge conoce la más mínima reacción del otro, incluso inconsciente, y por poco desacostumbrada que sea, nace rápidamente la sospecha.
Estudios recientes revelan que existiría un adulterio swinger y que el 70% de las parejas intercambistas suele mantener relaciones posteriormente con los recién conocidos. Hecho que no parece afectar la estabilidad del matrimonio; tener una cierta intimidad con la persona conocida en el intercambio es una necesidad profunda del conocerse recíproco.
En el adulterio clásico el cónyuge adúltero debe hacer frente a numerosas complicaciones; está obligado a mentir para proporcionarse coartadas y adormecer las sospechas del otro quien, generalmente, al ser engañado, se vuelve rencoroso y rumia alguna revancha o incluso venganza. El culpable, una vez descubierto su adulterio, si no sobreviene la ruptura, debe hacerse perdonar por medio de simulacros de amor o de arrepentimiento. El esposo engañado es tradicionalmente ridículo y el amante pronto está al corriente de sus secretos y debilidades más íntimos; Este amante, que desvía así el cariño de una esposa es un doble del marido en una bigamia de hecho.
El adulterio de los intercambios donde los cónyuges están de mutuo acuerdo y confían el uno en el otro, es calificado por los practicantes anglosajones del "swing" como "faithfull adultery", adulterio fiel, puesto que los esposos, leales uno hacia el otro, no se engañan. Unos desconocidos indiferentes, apenas discernibles, a los que prodigan sus atributos sexuales, no son unos amantes. Este adulterio de los intercambios, tan rápido como un relámpago y sin mañana, es recíproco; no tiene siquiera que ser perdonado; no lleva consigo herida de amor propio y el marido mantiene su honor a salvo. Unos contactos efímeros en un polierotismo anónimo son asimismo un impedimento de unas relaciones indeseables, mientras que en el adulterio común, en ocasiones resulta difícil desembarazarse del cómplice; estos contactos sin trascendencia producen tranquilidad a los cónyuges, mientras que en el adulterio ordinario les angustia un sentimiento de inseguridad.
Acompañada de su marido, la practicante del intercambio toma con tiempo y tranquilidad sus abrazos, lo que no siempre es el caso en el adulterio común, a menudo deprisa y corriendo y en un lugar cualquiera. En los hoteles las parejas comunes acuden a menudo como si fuesen ráfagas de aire y a horas rarísimas, con el fin de burlar a un cónyuge engañado; el contraste asombra al personal; algún comerciante del barrio pretextará una entrega matinal urgente para abandonar a su mujer en la caja y acudir rápidamente a expansionarse con una cliente menesterosa.
En el adulterio ordinario, el marido que sospecha de su mujer, discute con ella cuando la ve demasiado atenta o mal gastadora en su arreglo y cuidado de belleza; por el contrario, en los intercambios, la animará a aparecer siempre atractiva y no reparará en gastos, incluso si debe acudir a la cirugía estética; su transformación plástica, a la que apenas hubiese prestado atención en la vida conyugal, servirá para valorizarla como moneda de cambio en los amores de grupo.
Sexólogos, consejeros matrimoniales y otros, han debatido ampliamente sobre las consecuencias morales y sociales del swinger; Disminuirían los divorcios o por lo menos no aumentaría su número, según la mayoría de los estudios americanos (T.Wilson. X, y J. Breedlove, G. Bartell y demás). W. Masters ha indicado que algunas parejas abandonaban sus proyectos de divorcio después de haberlos él ayudado a remediar sus deficiencias sexuales en el laboratorio de apareamientos humanos. Asimismo el swinger al mejorar la vida sexual de los matrimonios, podría prevenir las desavenencias y las separaciones. Albert Ellis, autor y consultor de sexología muy famoso en Estados Unidos, afirmaba en una conferencia en Toronto que numerosos clientes le habían confesado que sus relaciones conyugales habían mejorado después de los intercambios. En Alemania, el periodista Geza Kirchknopf, que ha publicado un estudio sobre ochenta y dos parejas practicantes del intercambio, afirma que varios a punto de divorciarse habían renunciado a ello gracias a los intercambios; su matrimonio les parecía después de ello mucho más aceptable. En Inglaterra, el doctor Ward afirmaba en sus Memorias no haber nunca constatado divorcio alguno entre los matrimonios que frecuentaban sus reuniones de sexo en grupo. En París, muchos matrimonios han practicado en tándem los intercambios durante numerosos años; no parece que haya tenido lugar entre ellos una separación legal, aparte de casos excepcionales debidos a circunstancias ajenas al swinger. Después de practicar el intercambio, algunos matrimonios habían incluso roto alguna relación del exterior, lo que disminuía la eventualidad de un divorcio o de un abandono: divorcio del pobre o del cobarde.
El peligro moral de las prácticas de intercambio es a menudo evocado por quienes lo juzgan desde fuera: los matrimonios se avergonzarían pronto de sus bajezas y, desgarrados por los remordimientos y los escrúpulos, apenas se atreverían a mirarse frente a frente. Esa es un poco la imagen que tienen los que ven esto de afuera. En realidad, vista desde el interior de los intercambios, sus adeptos se entregan a sus evoluciones con la inocencia del animal irresponsable de sus instintos; entre tan numerosa compañía, sus prácticas les parecen normales puesto que otros las realizan sin la menor turbación. Por otra parte, se abstienen de juzgar su comportamiento como inmoral o amoral; para ellos la moral no tiene nada que hacer allí; hablan más bien de una conducta inconformista o incluso existencialista; evitan llamar a sus reuniones bacanales; el término les parece peyorativo. La reputación de inmoralidad atribuida a los intercambios podría ser debida, según ellos, a unos investigadores que, para exponerlos libremente y no ser sospechosos de complacencia, los calificarían de vergonzosos o repugnantes; algunos psiquiatras, sociólogos y otros se sentirían de esta forma más a sus anchas para describirlos en las revistas profesionales representándolos como patológicos o asociales; quizás algunos se consuelan así de no frecuentarlos. No obstante eso, hoy la sexología no considera parafilia el swinger y no se sabe bien por qué razón sí considera de tal, el triolismo.
Si bien es cierto que hay antecedentes históricos para la práctica de los intercambios de pareja, sin embargo, los trueques actuales occidentales de los matrimonios no tienen ningún precedente duradero en el pasado y no cuentan todavía con su equivalente en las otras civilizaciones. Parecen ser una tentativa de airear carnalmente un matrimonio estrictamente monógamo que se alarga indefinidamente y se encuentra expuesto a unos estímulos eróticos ambientales cada vez más obsesivos. No se trata ni de orgías ni de matrimonios de grupo, sino de un alivio temporal y sin consecuencias. Algunos matrimonios afirman incluso que una vez finalizada la relación con la otra pareja, vuelven a casa y toman un baño, no tanto para limpiarse como para indicar que la cortina está bien echada; lavados de la falta y en una nueva piel, su comportamiento vuelve a ser normal.
Con respecto a las parejas que tienen hijos, éstos no parecen peor educados que otros ni sentir depresiones o trastornos característicos tan frecuentes en los niños del divorcio o de la discordia, que el swinger ha quizás evitado; una esposa afirmaba incluso que desde que practicaba los intercambios, sexualmente relajada y más estable, educaba mejor a sus dos niños pequeños. Los hijos de los adeptos al intercambio parecen ignorarlo todo de las reuniones a las que acuden sus padres. En el Uruguay, los intercambios son todavía muy recientes y limitados para que la crónica hablada mencione madres acudiendo al mismo tiempo que su hija, como ha sido ya observado en Estados Unidos.
Según muchos de sus adeptos, los intercambios ayudarían a vencer muchos prejuicios sociales. Muchas prevenciones hacia las prostitutas o las clases sociales menos favorecidas se disipan. Al conversar con una prostituta una esposa se apercibió de que son tan bien educadas e instruidas, sino más, que muchas mujeres comunes y más animadas. Gozan de aprecio y estima y muy a menudo de más galanterías y atenciones que muchas mujeres.
Gracias a la posibilidad de observación del hombre desnudo, que no había tenido anteriormente, el practicante del intercambio acaba por volverse más tolerante con respecto a las particularidades sexuales; comprueba personalmente su frecuencia y a partir de entonces sus apreciaciones serán menos tajantes. Una mujer amargada por un marido voluble lo comprenderá mejor cuando vea que la inconstancia sensual está dentro de la naturaleza del varón; otra que no perdonaba nada al viejo libidinoso, descubre que la sexualidad de la tercera edad es una realidad muy viva.
Algunos adeptos de los trueques afirman que uno de los grandes beneficios de éstos es el de refinar el comportamiento y suprimir ciertas costumbres antisociales. De hecho, el alcoholismo parece menos frecuente entre los practicantes del intercambio; es raro que uno de ellos muestre estigmas de un etilismo crónico; por otra parte ello lo habría conducido rápidamente a la impotencia. Ya un participante en ligero estado de ebriedad sólo es admitido con cierta reticencia; se teme sea la causa de altercados o escándalos y generalmente sus actos sexuales no están a la altura de sus pretensiones. En ciertos lugares, si uno de los visitantes se pasa en la bebida, hay un sofá especial, fuera de la vista de los demás, previsto para que duerma la mona. En las reuniones donde hay bebidas alcohólicas a discreción, sin embargo apenas algún invitado abusa de ella; casi todos abandonan rápidamente el vaso de whisky que acaban de empezar a saborear; tienen algo mejor que hacer. Muchas esposas afirman que desde que practican los intercambios sus maridos beben menos; quizás antes ahogaban su aburrimiento y sus aspiraciones sexuales en la bebida, sin gustarles realmente. Una mujer asidua a los intercambios había puesto como condición a su marido, antes de acudir a la primera reunión, que abandonase sus costumbres intemperantes; él mantuvo su palabra. Una necesidad de chupetear como si de un biberón se tratara y de llevarse algo a la boca, a menudo origen del alcoholismo, podría derivarse en las prácticas buco-genitales descubiertas en los intercambios.
La afición exagerada al tabaco parece, asimismo, menos frecuente entre los adeptos a los intercambios; rara vez son observados en ellos los estigmas que los señalan: dientes y dedos amarillentos, voz ronca y respiración difícil. El practicante del intercambio teme que por un aliento fétido y demasiados cigarrillos en la boca lo dejen de lado.
Otro factor bienhechor de los trueques, sobre todo para los matrimonios ya algo maduros, sería obnubilarse menos en los placeres de la buena mesa: factor de envejecimiento precoz y de innumerables trastornos patológicos. No solamente ninguna indigestión tiene lugar después de los banquetes sexuales, sino que los participantes se sienten mucho más ligeros posteriormente.
A pesar de lo que se suele creer popularmente, el intercambio no conduce generalmente a la droga y no suele ser admitida. En los intercambios, el uso de tóxicos, estupefacientes, alucinógenos y demás, darían a la policía la excusa legal de intervenir, cosa que los adeptos quieren evitar a toda costa.
La absorción de productos farmacéuticos, a la larga nocivos, podría verse disminuida por la sexualidad de grupo. Algunas personas confían que desde que practican los intercambios, con los sentidos ahora apaciguados, menos nerviosos y más relajados, ya no experimentan la necesidad de dormir o de laxarse por medio de calmantes.
Asimismo, el comportamiento se vería mejorado a consecuencia de los amores pluralistas. Es necesario un mínimo de educación para practicarlos; ya un matrimonio en el swinger se traga sus demasiado frecuentes recriminaciones entre ellos. Las palabras obscenas e incluso los chistes verdes están mal vistos; no tienen por otra parte razón de ser con una sexualidad que ya no necesita de ellos como válvula de escape desde que se expansiona libremente; los ruidos incongruentes, aires y eructos, tan oídos en las habitaciones privadas, son ahogados en los intercambios; antes de dirigirse a una reunión, un adepto poco seguro de su tubo digestivo tomaba algún remedio para sus flatulencias.
Incluso la agresividad es dominada; la desnudez que hace a un hombre tan vulnerable en grupo parece inspirarle, instintivamente, prudencia; por el contrario, el mismo hombre, protegido por unas ropas y sobre todo por la armadura metálica de su coche, podrá mostrarse extremadamente insolente. En los intercambios, sabe asimismo que siempre tendrá acceso a alguna visitante y se educará a sí mismo a tener paciencia y a no imponerse a la fuerza.
En Estados Unidos, algunos llegan incluso a pregonar los beneficios culturales de los intercambios; parejas de matrimonios de origen y especialización profesional muy diferente se instruyen recíprocamente y amplían sus horizontes. El swinger, conlleva una relajación mental; es un pasatiempo apropiado para unas parejas en desacuerdo con la moral o con las enseñanzas tradicionales